(sesión 31)
Creo que el Cuasquías es, en este momento, el lugar perfecto para contar cuentos. Y si no que se lo pregunten a los asistentes. La distribución perfecta, el aislamiento adecuado con el resto del bar que está a lo suyo pero no molesta porque hay puertas... que no hacen ruido al abrirse, no hay camareros que pasen por en medio sino que respetan el pacto de hacer un descanso en medio para servir, ¡si ni siquiera había humo! Apareció el borracho, claro, era un bar, pero incluso la persona alcoholizada dejó de dar la lata con un simple “caballero, modere sus emociones, por favor”. Era fácil contar en un sitio así. Mira qué público:
La biblioteca Insular lleva años proponiendo este tipo de sesiones para adultos en bares y preocupándose y mira, les ha llegado el momento de recoger el fruto. Bueno, lo recogí yo, porque era un lujo poder contar allí y ante aquel público, y un privilegio, sí señor, lo era. Fue bonito. Incluso con visitante ilustre incluido (aparte de los participantes en el curso, que no os olvido) allí estaba, una de las Labrantes de la Palabra. Un grupo de personas mayores que se reúnen para recuperar historias y compartirlas. Un honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario