sábado, 11 de abril de 2009

CONFESIONES A UN ERIZO

Querido Flipi
Has salido en una revista. Te acuerdas de la foto aquella que estábamos jugando y terminamos pelados porque te erizaste un poquito sin querer (eso dijiste, que había sido sin querer) y yo aparté la mano y te pegaste un trompazo contra el suelo y así, así, fue aumentando la tensión hasta que nos pilló mi hemana (menos mal) y nos hizo una foto que es lo que no para de hacer y por eso las hace de maravilla. Pues esa.


Mi madre está contentísima, cantando todo el rato y paseando por el barrio con la revista, asaltando a los viandantes para mostrársela. No te lo tomes a mal pero está contenta porque salgo yo, no tú. Ya sabes que fuiste un erizo no deseado y por eso Patricia y yo te acogimos en casa. Pero te queremos como si fueras biológico, igual.

La entrevista te la mando aquí. El trozo que pusieron (tres líneas) y a continuación todas las preguntas que me hicieron y yo contesté como un pardillo agradecido.










1-. ¿Cómo comenzaste a escribir literatura infantil y juvenil?

Llegué a la literatura escrita de la mano de la literatura oral. Empecé a contar cuentos, en un primer momento para adultos, después también para niños.

No me interesaban demasiado los libros infantiles, los utilizaba para encontrar historias que contar de viva voz hasta que Juan Vera, bibliotecario de Elda (Alicante) me mostró los “libros buenos”. Él tiene la culpa.
Ahora leo solo literatura infantil y únicamente por placer pues las historias que cuento las creo yo mismo.


2.- En tus libros apuestas por los juegos, las situaciones disparatadas, el humor... ¿crees que ese es el universo imaginario que más interesa a los primeros lectores? ¿hacer reir a los lectores es importante para tí?

No me interesa solo el humor. Libros como Mar de Sábanas, Estela, Inés Azul. Lejos y otros no dan nada de risa.

Pero sí, mi vicio es el humor, lo reconozco. Reconozco que a veces sigo una técnica de mi invención que llamo Aversisemeocurrealgomasgordoqueayer, eso puede resultar cómico. Pero no intento hacer reír a nadie. Mi intención es siempre pasármelo bien escribiendo.

Me gusta eso del “universo imaginario”, que usted nombra. Cuando cojo el lápiz (portaminas 0.5, en realidad, aunque ando tentado por el 0.7) puedo hacer que pase cualquier cosa. Las vacas hablan, ganan los pequeños a los poderosos, vuelvo a la Jauja de la que me hablaba mi abuelo. Eso es divertidísimo.

Al hablar de algo infantil se suele pensar en “preparar a los niños para el mañana”, pero a mí me interesa su presente. Los niños son capaces de disfrutar leyendo cosas que a mí me divierte escribir... o por lo menos eso me gustaría. Hablamos de jugar con elementos extremadamente sencillos tratando de crear historias que no sean simples.

Y también tenemos a las palabras en sí mismas, las palabras en su desnudez, su sonido, como notas musicales, como elementos únicamente rítmicos... Es tan rica la literatura infantil, tan completa.


3.- Con las historias ¿intentas difundir valores fundamentales, entretener...?

Es el cuento quien me dice qué pretende y yo le hago caso ¿Quién soy yo para contradecirle?

Hay historias que me hacen pensar y con otras me muero de risa, (¡cómo eres!, les digo). Hay historias que cuentan algo y tardo en darme cuenta de qué, a veces ni yo mismo sé que pretende, qué tiene, qué hay ahí, oculto tras una maraña de palabras que se agolpan

No, no intento nada con las historias, en realidad son ellas las que me utilizan, acabo de darme cuenta.

Creo que la literatura es un arte. Bueno, no lo creo yo, lo sabe todo el mundo. Y la literatura infantil es, ante todo, literatura, como su propio nombre indica. Por tanto, un arte.

Lo haga mejor o peor, escribir para mí es una actividad artística. Si pretendiera algo sería una experiencia pedagógica, educativa, aleccionadora...

La literatura infantil es un ámbito de tanta libertad... Ahí están las palabras y puedes usarlas como quieras. Es la creatividad llevada al extremo. Me da rabia cuando se renuncia a la parte artística de la literatura para ponerla al servicio del adoctrinamiento, por muy bienintencionado que éste sea.

4.- Como autor de infantil, ¿los lectores tienen sus propias preferencias o es el autor el que decide los temas?

Verá usted, le repito que no soy yo. Es la historia la que me guía. Sí, ya sé que resulta difícil de creer, ni si quiera yo me lo creo del todo, pero no tengo otra manera de explicarlo.

La verdad es que no pienso demasiado en mis lectores cuando escribo. Intento que lo que leo en el papel me guste, me divierta, me sorprenda a mí... aunque lo haya escrito yo mismo.
Creo que estoy empezando a repetirme.


5.- ¿El elemento didáctico es importante?

El elemento didáctico es importante en los libros educativos. La literatura es otra cosa.

Los libros infantiles son considerados juguetes, contenedores de valores, instrumentos para esto y lo otro, reclamos con colorines. Y la mayoría lo son.

Pero eso son los libros. La literatura es otra cosa. Existe un pequeño porcentaje de libros infantiles que no tratan de convencerte de nada, que te dicen algo aunque no sabes muy bien qué, que te llegan de alguna manera por lo que dicen o por cómo lo dicen, que aparentemente no sirven para nada, y que por tanto valen la pena: Contienen literatura.

Los libros no son importantes, son un objeto inerte. Lo que cuenta es la literatura que pueden contener.


6.- ¿Cómo es el contacto con tus lectores?, ¿qué te dicen? ¿cómo influyen las opiniones que te llegan en tus trabajos?

Cuando me encuentro con mis lectores me hacen preguntas. Se interesan por si tengo novia, por la marca de mi coche y por mis ingresos económicos, es normal son pequeños. A los mayores también son esas cosas las que más les interesan, pero lo ocultan.

No me influyen sus opiniones porque los asistentes a un encuentro de autor siempre te dicen que les gustan tus libros. Si llegas a creerte que tus historias gustan a todo el mundo estás perdido, aunque supongo que todos soñamos con eso.


7.- ¿Cómo ves el panorama actual de la literatura infantil y juvenil?


A pesar del auge del libro infantil, la literatura infantil sigue pareciendo un género menor, mínimo, para críos. Y sobre todo invisible. En los medios de comunicación no suelen aparecer los libros buenos. Es más, los libros infantiles no aparecen en los espacios de literatura (salvo honrosas excepciones)

Los niños parecen no tener derecho a la literatura. Los libros son para aprender, para practicar el inglés o las matemáticas para transmitir valores (mis valores, los valores verdaderos y que quede clarito no para que pienses y formes los tuyos). Sí mi impresión es que seguimos así.

Sin embargo el pequeño espacio para el arte se ha visto también ampliado.
Si el porcentaje de libros que valen la pena es pequeño pero se publican muchos más libros encontramos más cantidad de libros buenos, aunque más avasallados por los otros.

Lo amantes de la literatura infantil con mayúsculas (hablo, claro, como lector, no como autor) seguimos siendo los raritos. Aunque es cierto que de un tiempo a esta parte puede que seamos un grupo minoritario cada vez más numeroso.

Hay literatura en la literatura infantil. Mucha y buena. A pesar de que sigue siendo casi invisible. Hay títulos buenos, verdaderas maravillas, obras de arte que se pierde en las estanterías de las librerías entre colorines saltones y títulos comerciales. No tienen casi hueco. No es lo que llega al gran público... Hay, claro, honrosísimas excepciones.


8.- ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
Seguir pescando ideas en la playa de San Gabriel (Alicante) con una libreta, un lápiz y una tarde libre.


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