sábado, 11 de abril de 2009

Confesiones a un erizo III: Asco de vida

Querido Flipi:

Sí, anoche llegué tarde, perdóname. Te tenía que haber escrito antes pero es que estuve de turismo cultural en Alicante. Sí, creeeeteloooo, que hay cultura en Alicante. Algo queda. Estuve en la Sala Clan Cabaret, una de las representantes de la resistencia. Parece que ahora se ha aliado con el Teatre Arniches y montan cosas y se hacen publicidad y si vas a un sitio te invitan a una copa en el otro y, en fin, esas cosas.

¡Ay, Flipi, si ves aquello todo lleno de juventud y de personas! Me recordó a cuando Félix y yo íbamos para allá todavía con los pantalones cortos. Hace tanto, que tú no habías nacido ni te habían abandonado ni te había pillado el coche aquel (mira que erizarte en vez de salir corriendo). En fin, mucho tiempo. Tenía que agarrarme a la barra para no subirme a ese escenario que no sé que tiene... ah, sí, sí que lo sé: poso. No me subí porque Mamen, la jefa, cuando ya era tarde y me había bebido treinta o cuarenta cervezas por la nostalgia, me dijo que me esperara y que subiera en otoño, que hoy habían contratado a otro. Hombre, ya lo sabía, si había ido a verle.

Es que resulta que me llaman un día por teléfono (me acuerdo de que te estaba limpiando la jaula), descolgué, era un señor que me dijo si quería escribir. Le dije que a mí eso me encanta. Y me dijo que si les hacía un trozo de algo que hablara de PERRA VIDA. ¡Mira, si a mí ese tema me encanta! Le dije que claro y me puse y lo escribí y se lo mandé.
Resulta que era para un mónologo teatral y ¡A que no sabes quien lo iba a representar! Pedro del Rey. No sé si te acuerdas de que el grupo Jácara montó una obra que se llamaba cuando Jack el destripador bailaba claqué. Oye mira que lo hicieron bonico y que me gustó. Tú no habías nacido, ni tu padre ni tu bisabuelo, es que hace ya unas décadas de esto. Y mira que el tal Pedro ha hecho cosas desde entonces, pues yo me acuerdo de esa. Esta de ahora se llama Asco de vida. Mira, te pego aquí el cartel:


La verdad es que al principio se me hizo un poco raro escuchar mis palabras saliendo de otra boca. Confieso que no me haría ninguna gracia encontrarme un día a otro narrador contando sin permiso mis historias (las que no están publicadas me refiero). Pero esto era distinto. No es que me hubiera pedido permiso, me había pedido el texto y yo lo hice para eso, encantado. Fue divertido.
En cuanto me relajé y dejé de pensar en cómo lo habría dicho yo, empecé a disfrutarlo. Y me di cuenta de que lo hacía de maravilla.

Lo que tiene los actores que subió en chandal y nadie le dijo nada. Y luego contó las cosas de su vida, pero era todo inventado. Bueno, si lo ves que se pone a cantar y a bailar el tío, en medio de las cosas que contaba que la gente se tiraba por el suelo y todo de risa (con lo sucio que está). Cómo canta el tío, y cómo baila y cómo habla y tó. Me gustó, Flipi. Siento haber llegado tarde, pero valió la pena.


www.pabloalbo.com

Confesiones a un erizo II: Viaje a Palermo

Querido Flipi.
He estado en Sicilia. Las personas del Instituto Cervantes me propusieron contar cuentos a un grupo de jóvenes de un instituto que estudiaban español y para allá que me fui.

Ay, Flipi, no sé si un erizo puede comprenderlo, pero me daba un poco de miedo (respeto más bien) lo del idioma. Cuando uno cuenta, a veces se acelera y si el público no comprende bien el idioma, puede perder el hilo y más si te gusta jugar con las palabras y sus dobles sentidos, la ironía, esas cosas que me gusta hacer.

A lo mejor no me entendían, a lo mejor me entendían pero no les hacía gracia, a lo mejor yo me liaba y no me hacía entender...



Pero nada más llegar fui a un concierto de guitarra allí en la sede del Instituto Cervantes en Palermo (por cierto que pedazo de sede. Bonita, bonita y limpia y decente y bien cuidada) y vi que la gente entendía perfectamente la guitarra y me dije “ah, pues lo de los cuentos está chupado”.

Por cierto el guitarrista, Rafael Serrallet, majísimo, resultó ser amigo de Domingo Chichilla. El mundo es un pañuelo.

La sesión fue de maravilla. Era en el Liceo Ninni Cassari. Los jóvenes cogieron todo, o por lo menos lo suficiente o por lo menos entornaban así los ojos como haciendo caso. Lo pasamos bien.


Hasta me hicieron una entrevista y salí en la tele de Palermo. ¡Si me ves hablando en italiano¡
JA, cómo se olvidan las lenguas (los idiomas, me refiero. Las lenguas sabes que dejan rastros indelebles en la piel).

Palermo es bonito. Lo único malo es que cuando terminas de trabajar y quieres pasear llueve todo el rato. Por lo menos mientras yo estuve. Para cuando me acordé de que paraguas en italiano se dice ombrelo (aunque no se escribe así) ya tenía el tuétano a remojo. Pero tuvo su encanto.

Querido Flipi, tú que comes pienso para gatos no te puedes hacer una idea de lo buena que está la comida en Palermo. Madre mía. Le ponen como un requesón a los pasteles... ricota creo que se llama (aunque no se esribirá así). La pasta... uff, ¡qué bueno está todo!
Y qué bonita, caótica, sucia, llena de coches por todas partes (TODAS partes) y de monumentos dignos de ver que está Palermo.
Allí se conduce al estilo aparta-que-voy que pusieron de moda los conductores de aviones japoneses que se estrellaban contra los barcos y explotaban. Pero milagrosamente no se estrelló nadie en el rato que estuve. Toda una experiencia.

CONFESIONES A UN ERIZO

Querido Flipi
Has salido en una revista. Te acuerdas de la foto aquella que estábamos jugando y terminamos pelados porque te erizaste un poquito sin querer (eso dijiste, que había sido sin querer) y yo aparté la mano y te pegaste un trompazo contra el suelo y así, así, fue aumentando la tensión hasta que nos pilló mi hemana (menos mal) y nos hizo una foto que es lo que no para de hacer y por eso las hace de maravilla. Pues esa.


Mi madre está contentísima, cantando todo el rato y paseando por el barrio con la revista, asaltando a los viandantes para mostrársela. No te lo tomes a mal pero está contenta porque salgo yo, no tú. Ya sabes que fuiste un erizo no deseado y por eso Patricia y yo te acogimos en casa. Pero te queremos como si fueras biológico, igual.

La entrevista te la mando aquí. El trozo que pusieron (tres líneas) y a continuación todas las preguntas que me hicieron y yo contesté como un pardillo agradecido.










1-. ¿Cómo comenzaste a escribir literatura infantil y juvenil?

Llegué a la literatura escrita de la mano de la literatura oral. Empecé a contar cuentos, en un primer momento para adultos, después también para niños.

No me interesaban demasiado los libros infantiles, los utilizaba para encontrar historias que contar de viva voz hasta que Juan Vera, bibliotecario de Elda (Alicante) me mostró los “libros buenos”. Él tiene la culpa.
Ahora leo solo literatura infantil y únicamente por placer pues las historias que cuento las creo yo mismo.


2.- En tus libros apuestas por los juegos, las situaciones disparatadas, el humor... ¿crees que ese es el universo imaginario que más interesa a los primeros lectores? ¿hacer reir a los lectores es importante para tí?

No me interesa solo el humor. Libros como Mar de Sábanas, Estela, Inés Azul. Lejos y otros no dan nada de risa.

Pero sí, mi vicio es el humor, lo reconozco. Reconozco que a veces sigo una técnica de mi invención que llamo Aversisemeocurrealgomasgordoqueayer, eso puede resultar cómico. Pero no intento hacer reír a nadie. Mi intención es siempre pasármelo bien escribiendo.

Me gusta eso del “universo imaginario”, que usted nombra. Cuando cojo el lápiz (portaminas 0.5, en realidad, aunque ando tentado por el 0.7) puedo hacer que pase cualquier cosa. Las vacas hablan, ganan los pequeños a los poderosos, vuelvo a la Jauja de la que me hablaba mi abuelo. Eso es divertidísimo.

Al hablar de algo infantil se suele pensar en “preparar a los niños para el mañana”, pero a mí me interesa su presente. Los niños son capaces de disfrutar leyendo cosas que a mí me divierte escribir... o por lo menos eso me gustaría. Hablamos de jugar con elementos extremadamente sencillos tratando de crear historias que no sean simples.

Y también tenemos a las palabras en sí mismas, las palabras en su desnudez, su sonido, como notas musicales, como elementos únicamente rítmicos... Es tan rica la literatura infantil, tan completa.


3.- Con las historias ¿intentas difundir valores fundamentales, entretener...?

Es el cuento quien me dice qué pretende y yo le hago caso ¿Quién soy yo para contradecirle?

Hay historias que me hacen pensar y con otras me muero de risa, (¡cómo eres!, les digo). Hay historias que cuentan algo y tardo en darme cuenta de qué, a veces ni yo mismo sé que pretende, qué tiene, qué hay ahí, oculto tras una maraña de palabras que se agolpan

No, no intento nada con las historias, en realidad son ellas las que me utilizan, acabo de darme cuenta.

Creo que la literatura es un arte. Bueno, no lo creo yo, lo sabe todo el mundo. Y la literatura infantil es, ante todo, literatura, como su propio nombre indica. Por tanto, un arte.

Lo haga mejor o peor, escribir para mí es una actividad artística. Si pretendiera algo sería una experiencia pedagógica, educativa, aleccionadora...

La literatura infantil es un ámbito de tanta libertad... Ahí están las palabras y puedes usarlas como quieras. Es la creatividad llevada al extremo. Me da rabia cuando se renuncia a la parte artística de la literatura para ponerla al servicio del adoctrinamiento, por muy bienintencionado que éste sea.

4.- Como autor de infantil, ¿los lectores tienen sus propias preferencias o es el autor el que decide los temas?

Verá usted, le repito que no soy yo. Es la historia la que me guía. Sí, ya sé que resulta difícil de creer, ni si quiera yo me lo creo del todo, pero no tengo otra manera de explicarlo.

La verdad es que no pienso demasiado en mis lectores cuando escribo. Intento que lo que leo en el papel me guste, me divierta, me sorprenda a mí... aunque lo haya escrito yo mismo.
Creo que estoy empezando a repetirme.


5.- ¿El elemento didáctico es importante?

El elemento didáctico es importante en los libros educativos. La literatura es otra cosa.

Los libros infantiles son considerados juguetes, contenedores de valores, instrumentos para esto y lo otro, reclamos con colorines. Y la mayoría lo son.

Pero eso son los libros. La literatura es otra cosa. Existe un pequeño porcentaje de libros infantiles que no tratan de convencerte de nada, que te dicen algo aunque no sabes muy bien qué, que te llegan de alguna manera por lo que dicen o por cómo lo dicen, que aparentemente no sirven para nada, y que por tanto valen la pena: Contienen literatura.

Los libros no son importantes, son un objeto inerte. Lo que cuenta es la literatura que pueden contener.


6.- ¿Cómo es el contacto con tus lectores?, ¿qué te dicen? ¿cómo influyen las opiniones que te llegan en tus trabajos?

Cuando me encuentro con mis lectores me hacen preguntas. Se interesan por si tengo novia, por la marca de mi coche y por mis ingresos económicos, es normal son pequeños. A los mayores también son esas cosas las que más les interesan, pero lo ocultan.

No me influyen sus opiniones porque los asistentes a un encuentro de autor siempre te dicen que les gustan tus libros. Si llegas a creerte que tus historias gustan a todo el mundo estás perdido, aunque supongo que todos soñamos con eso.


7.- ¿Cómo ves el panorama actual de la literatura infantil y juvenil?


A pesar del auge del libro infantil, la literatura infantil sigue pareciendo un género menor, mínimo, para críos. Y sobre todo invisible. En los medios de comunicación no suelen aparecer los libros buenos. Es más, los libros infantiles no aparecen en los espacios de literatura (salvo honrosas excepciones)

Los niños parecen no tener derecho a la literatura. Los libros son para aprender, para practicar el inglés o las matemáticas para transmitir valores (mis valores, los valores verdaderos y que quede clarito no para que pienses y formes los tuyos). Sí mi impresión es que seguimos así.

Sin embargo el pequeño espacio para el arte se ha visto también ampliado.
Si el porcentaje de libros que valen la pena es pequeño pero se publican muchos más libros encontramos más cantidad de libros buenos, aunque más avasallados por los otros.

Lo amantes de la literatura infantil con mayúsculas (hablo, claro, como lector, no como autor) seguimos siendo los raritos. Aunque es cierto que de un tiempo a esta parte puede que seamos un grupo minoritario cada vez más numeroso.

Hay literatura en la literatura infantil. Mucha y buena. A pesar de que sigue siendo casi invisible. Hay títulos buenos, verdaderas maravillas, obras de arte que se pierde en las estanterías de las librerías entre colorines saltones y títulos comerciales. No tienen casi hueco. No es lo que llega al gran público... Hay, claro, honrosísimas excepciones.


8.- ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
Seguir pescando ideas en la playa de San Gabriel (Alicante) con una libreta, un lápiz y una tarde libre.


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